¿Cuántas veces te han preguntado el por qué de algo?
¿Cuántas veces has pensado la razón de cierto
comportamiento?
¿Cuántas veces te has dormido elucubrando tantos por qué?
La lista sería interminable, infinita.
Todo se articula en torno a motivaciones, deseos, que nos
mueven.
Lo que nos gusta nos hace acercarnos más aún. Lo que nos
repele hace que salgamos corriendo.
Somos sentimientos. Somos amor, somos odio.
Somos buenos con quien queremos y somos malos cuando
podemos.
Cuando eres la causa de que alguien sonría te invade una
sensación desbordante.
San Valentín, Navidad, los cumpleaños... Son convenciones
sociales. Todos esperamos un regalo.
Pero cuando alguien nos hace un detalle, sin motivo
aparente, no somos capaces de asumirlo.
Tenemos que buscarle una razón. Tiene que haber sido por
algo.
¿Por qué lo has hecho?
Porque puedo.